Si todo viene desde el interior y no puedes controlar lo que viene del exterior, lo que no depende de ti mismo; lo único que puedes hacer para alcanzar la felicidad es dominar tu mente. Si llenas tu mente de pensamientos positivos, no darás espacio a que los pensamientos negativos te invadan con su toxicidad. Son estos pensamientos negativos los que no te dejan alcanzar la felicidad.
Entiendo que dominar tu mente no es una tarea sencilla. Debes pensar en ella como cualquier otro músculo. Si quieres correr muchos kilómetros deberás ejercitar los músculos de las piernas, si quieres levantar mucho peso deberás ejercitar el torso y los brazos, para nadar será vital que tus pulmones trabajen bien... Para dominar la mente tendrás que ponerla a trabajar, no en jornadas extenuantes de meditación y aislamiento en plan Buda, si no un poquito cada día a fin de que ella trabaje para ti y no al revés.
Uno de los ejercicios que puedes usar en el día a día para dominar tu mente y llenarla de positividad es el siguiente:
En algún momento del día es posible que tengas una mala experiencia que cambie tu vibración y te haga sentir mal. Una discusión con tu pareja, un mal día en el trabajo, un conductor imprudente, una tarea en la que no has cumplido tus expectativas... Y tras esta experiencia tu mente se ha llenado de negatividad y entras en un estado de pesimismo. El primer paso es darte cuenta de que ese pensamiento ya no te ayuda, de que el suceso que te ha llevado a esta situación ya ha pasado y de que ese estado mental no te sirve para nada. Si tomas consciencia de eso ya estás dando el primer paso.
Lo siguiente será poner tu mente a tu servicio y esforzarte en llevarte a un estado contrario al que estás experimentando. Trata de pensar en alegría, relajación, gozo, amor... Lo ideal sería buscar un sentimiento totalmente opuesto al que vienes de experimentar y tratar de sentirlo de la forma más vívida posible. Es probable que en pocos minutos, o incluso segundos te relajes y sonrías. Ajusta tu posición corporal, estira la espalda, relaja tus músculos y céntrate en tu respiración.
Haz esto con cada pensamiento negativo que invada tu mente.
Al principio costará un poco más pero enseguida podrás comprobar cómo cada vez te resulta más sencillo. A medida que lo vayas practicando cada día en tus situaciones cotidianas te irás dando cuenta de que tienes el poder de controlar a tu mente y en pocas semanas serás un maestro trasmutando la energía negativa en positiva. La calidad de tus pensamientos aumentará de forma automática, con lo cual la calidad de tu vida también se verá afectada para bien. Notarás la satisfacción de sentir cómo tu mente empieza a trabajar y estarás un poquito más cerca de alcanzar el secreto de la felicidad.
No esperes a entrar en grandes depresiones o estados de ira ardientes. Hazlo con los pensamientos más sutiles y pequeños, no te exijas demasiado, hazlo como algo divertido. Piensa en ello como en un partido de tenis en el que devuelves pelotas liftadas, suavecitas cuando el rival está mandando cañonazos. Tampoco es necesario que lo hagas al momento, no somos robots, podemos experimentar los sentimientos negativos y no hay que sentirse culpables por ello; son parte de la vida. Pero vete incorporando esta pequeña magia y verás que no es tan difícil. Al final, si eres persistente, tu mente se encargará de la negatividad con el piloto automático.
Practica esto cada día, con esos pequeños pensamientos negativos y considéralos como a pequeños maestros; oportunidades de crecer y dominar tu mente. Acabarás dándoles gracias por enseñarte y con el paso del tiempo dejarán de tener influencia sobre ti. Te convertirás en creador y dueño de tu día a día.
Cultiva tu mente y florecerá más allá de todas las expectativas.
