alumno no atiende en clase

Últimamente se diagnostica mucho TDAH.

Por si no lo sabes son las siglas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

Generalmente se trata con estimulantes, terapia y seguimiento familiar…

Aunque, tristemente, más de la mitad de los casos solo recurren a las pastillas y olvidan la parte importante.

Y ahora el storytelling que nos mola.


El otro día coincidí con Blanca. Una «amiga» de la infancia que ahora es profesora de primaria.

Básicamente les da clases a niños entre los 10 y los 12 años.

Le pregunté qué tal le iba con los chavales y aquello fue como abrir la caja de Pandora.

Su expresión relajada y alegre por haberme visto cambió completamente.

Su cara quedó descompuesta, como el cubo de rubik de Homer Simpson.

Empezó a echar pestes sobre los críos, los padres, las clases… Había más fango que en el cumpleaños de Peppa Pig.

Y después de un rato desahogándose va y me suelta:

—Creo que todos mis alumnos padecen de TDAH en mayor o menor medida. Deberían medicarlos a todos para que bajen revoluciones, se centren y entren en mi ritmo—

—¿Cuántos alumnos tienes en clase?

—25 en cada clase

—¿Y no te preocuparía tener que darles estimulantes como anfetaminas a todos tus alumnos?

—¡Qué va! Eso es inocuo, no hay ningún problema

 

Me quedé unos segundos pensativo y luego seguí con la animada charla sobre drogar a toda una clase para mejorar la calidad de vida del profesorado.

Le dije:

—Sabes que esos medicamentos ralentizan el metabolismo de los niños, pero… ¿Sabías que también aceleran el de los adultos?

—Hombre, nunca lo había pensado pero sí, claro, las «anfetas» ya se sabe.

—El problema es que los niños no se adaptan a tu ritmo ¿verdad? Van demasiado acelerados y se aburren en clase.

—Sí, ese es básicamente el problema.

—¿Y por qué no te tomas tú los estimulantes? Así aceleras tu ritmo al de ellos y haces las clases más dinámicas… Igual captas más su atención ¿no?

Me miró como si estuviese loco. Abrió los ojos como un chihuahua en el veterinario:

—¿Pero qué dices? ¿Y si me sienta mal? ¿Cómo voy a ir drogada a clase?

—¿No decías que era inocuo?

—Bueno, sí, pero inocuo para los críos

—A ver, no te lo tomes a mal, es simple lógica. Es más fácil acelerar el ritmo de una persona (la «profe») que ralentizar el de 25 niños. Ya solo el ahorro en medicamentos justificaría hacer la prueba ¿no?

—No, de ninguna manera, yo no pienso tomar esa porquería.

—Tú no, pero sí que se la darías a 200 alumnos de primaria sin dudarlo…

 

Se quedó unos segundos en blanco, ya no se la veía enfadada, más bien un poco triste…

Quizá recordaba un tiempo en el que fuimos niños y nuestros profesores velaban por nuestra salud y seguridad como principal prioridad.

En aquellos tiempos a nadie le diagnosticaban TDAH…

Aunque también nos daban por saco con muchas otras cosas.

 

Feliz vida!!

 

Reflexión:

El trastorno de atención es tratable sin medicación. Una sociedad moderna requiere de métodos actualizados para obtener resultados.

Aunque este artículo está tratado como comedia, el tema del uso de fármacos en menores es un asunto preocupante en nuestro país.

Si padeces de problemas para concentrarte, sufres para afrontar el día a día o ves que la vida te supera, no dudes en contactar con un profesional que te ayude a escapar de las arenas movedizas de la infelicidad. Evitar caer en la depresión está en tu mano si actúas a tiempo.

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Coach Marco Fernández