Llevo tiempo queriendo escribir esta entrada del blog…
Pero no sabía bien cómo enfocarla sin parecer gilipollas.
Hoy por fin me he dado cuenta de que, si trato de no parecerlo es porque, probablemente, lo soy. O al menos un poco.
Me dedico a observar a la gente.
Me gusta pararme, tratar de averiguar cosas sobre ellos, imaginar cómo piensan, analizar sus gestos y sacar conclusiones…
Juego un poco a ser Sherlock Holmes pero, como no tengo a un Watson que me devuelva a la realidad, me dejo llevar por el ego…
A veces creo poder distinguir cuando alguien me miente, cuando esconde algo, o me creo capaz de influir en sus decisiones… Como Lovely Pepa, pero en peludo y sin patrocinadores.
¿Y de qué me valen todos esos súper poderes?
Pues de nada.
Porque a nadie le gusta que le digan lo que no quiere saber.
A ninguna persona le apetece escuchar verdades sobre sus defectos, reconocer que miente o que le digan que no sabe gestionar su frustración.
La mayoría no quieren saberlo ni pagando (por experiencia te lo digo).
Así que, aunque tengas muy claro que hay paja en el ojo ajeno… Mejor estar callado que parecer un gilipollas.
¿Entonces cómo puedes ayudar a las personas?
Pues dando amor, dando apoyo incondicional, ofreciendo ayuda tan solo cuando te la piden y con mucha sutileza.
Guiando desde las sombras, haciendo que se den cuenta de sus «historias» por ellos mismos y tratando de facilitar que encuentren el camino de sus laberintos…
POR ELLOS MISMOS.
Así que sí, ser coach no es tan fácil.
No es coger a una persona y decirle que le falta un tornillo, que sus temores son infundados y que use la lógica para mejorar.
No es decirle que beba para olvidar o darle una pastilla y seguirle el rollo.
Si no tengo tacto lo más probable es que empeore las cosas, y además…
Y esto lo sabe cualquiera…
¿Qué mérito tendría salir de un problema si no es por uno mismo?
Así que mi consejo de hoy es el siguiente:
Cuando veas a alguien cagarla, acuérdate de cuánto las has cagado tú antes y dale margen.
Ella sola va a darse cuenta por sus actos y sus consecuencias de que la está cagando.
Deja que el universo haga lo suyo y que la enseñanza cale. Reacciona con naturalidad.
Pero nunca, repito, nunca…
Te pongas por encima de ella como si fueras su hermano mayor, su mentor o cualquier figura de autoridad que puedas imaginar.
Porque parecerás gilipollas.
Y por supuesto, ni se te ocurra, decirle que debería acudir a un coach para solucionar sus problemas.
Feliz vida!!
P.D.- Si conoces a alguien que tiene problemas serios y no sabes cómo ayudarle…
Dile que se suscriba a mi newsletter, que se lo pasará bien.
¿Qué podría salir mal?
Se puede dar de alta aquí abajo.
P.D.- Si no haces más que cagarla y te sientes un poco gilipollas…
Vas por el buen camino y todo es aprendizaje. Cuando dejes de sentirte así plantéate que podrías estar haciendo algo realmente mal.
Para cualquier duda me llamas o me escribes y empezamos a hacer mejoras importantes en tu vida.